Mi itinerario en mi primer viaje a Japón

Supongo que una parte esencial para aquellos que viajan a Japón es saber qué ver. Nosotros no compramos ningún pack hecho, simplemente nos organizamos con booking para las reservas de hoteles, compramos el billete de avión en Iberia mediante la página de viajes de El corte inglés, compramos un seguro de viaje y reservamos el JR Pass y el wifi desde España. 

Nos llevó bastante tiempo discernir qué queríamos ver exactamente. Japón es un país extenso como bien sabréis y bueno, no íbamos a estar un año, así que tuvimos que acotar. Éramos un grupo de seis con diferentes requerimientos y al final hicimos lo que creímos mejor para todo el mundo: optar por los que probablemente no fueran a volver, que se llevaran la mejor impresión posible.  Así que, nos hicimos un pequeño recorrido por la isla central que la verdad, valió la pena, aunque eché de menos pasar más tiempo en Kyoto y en Tokyo (lo cual me sirve de excusa para volver a ir).

Como ya puse en la entrada del transporte en Japón, nosotros llegamos a Narita directos desde Madrid. Llegamos a Tokyo y cogimos un tren bala a Kyoto, que fue dónde empezamos el viaje:

Kinkaku-ji en Kyoto
Kyoto: pasamos en la ciudad tres  noches. La primera fue una toma de contacto. Hicimos una gran tontería al no coger el tren y pasearnos por la ciudad pensando que las estaciones de tren estaban más cerca (mal) mientras arrastrábamos las maletas. Llegamos al hotel y nos dimos una vuelta por el kamishichiken. Al día siguiente fue el que pasamos entero por Kyoto y vimos varios templos y palacios importantes, probamos el ramen, nos montamos en tranvía, vimos cerezos a tutiplén… nos enamoramos de la ciudad.

El castillo de Himeji o de la grulla blanca
Himeji: Pasamos el día visitando aquel precioso castillo y los jardines de al lado que estaba a eso de una hora en tren bala desde Kyoto. Vale la pena.

¡Cucú!
Fushimi Inari y Osaka: El siguiente día nos lo pasamos viendo el impresionante Fushimi Inari y marchamos a Osaka por la tarde. Paseamos por su milla de oro, comimos okonomiyaki y visitamos dotonbori y el templo de las putes (incluida la calle en la que nos metimos sin querer). Encontramos un bar español con un japonés estupendo que tenía Mahou (en la misma calle de las putes pero ya fuera de la zona central).

Ola k ase, me da de comer o k ase

Nara: Fuimos de Osaka a Nara a ver los ciervos y el gran Todaiji con su buda gigante. Pasamos allí casi todo el día y por la noche nos fuimos a Kanazawa.

Parece que va a salir Kenshin en cualquier esquina.


Kanazawa: decidimos ir a esta capital del norte porque queríamos ver el castillo de Matsumoto e ir a un ryokan en esta zona, así que visitamos su barrio del té y su barrio de samuráis. Hacía frío y llovía, pero la ciudad era preciosa.

¡Ay, que boniiiiitooo!
Shiragawa-go: cogimos el bus a primera hora de la mañana y partimos hacia esa aldea en medio de los alpes japoneses. Aquello fue toda una experiencia. Os la recomiendo vivamente.

Muy bonito todo, pero un frío del carajo.
Takayama: He de decir que aquí anduve condicionada por el hotel de mierda que nos cogimos y por lo mal que dormí aquella noche. No me encontraba bien, me dolía la cabeza horrores y estaba tremendamente cansada, pero viéndolo desde la perspectiva del ahora, Takayama fue una ciudad preciosa, pequeña, con encanto, con un barrio de samuráis que de noche daba miedo (no a mí xD), pero de día bullía de actividad. Bebimos sake del bueno y comimos ternera de Hida. Eso sí, pasamos mucho frío y siguió lloviendo, lo cual enturbió un poco el tema.

¿Nos hacemos unos baños?
Zona de Okuhida Onsen estuvimos en un ryokan que nos robó el corazón. Se llama «Yamazatonoiori Soene» y fue de lo mejor de Japón. Si queréis una experiencia completamente japonesa, tenéis que ir o a este ryokan o a alguno de la zona: baños termales al aire libre y cubierto, habitaciones con tatami y futón, te dejaban un yukata, te daban una cena degustación japonesa y un desayuno… El detalle de que nos dieran unos onigiris para el viaje en bus hasta Matsumoto hizo que se me cayera la lágrima de la emoción.

Estos como los que van al Retiro a hacerse las fotos de novios... 
Matsumoto: salimos del ryokan prontito y a medio día llegamos a Matsumoto en bus. Visitamos sólo el castillo del cuervo negro y tomamos fideos soba y ya nos volvimos a Tokyo.

Turista style con ojeras incluidas (Ameyoco)

Tokyo: en Tokyo vimos poco, pero no por falta de tiempo, sino por una serie de catastróficas desdichas. Vimos al gundam de Odaiba, «disfrutamos» de la hora punta en el tren, nos disfrazamos de oiran, visitamos templos, cantamos en un karaoke dos noches, fuimos a Ameyoco a comprar kimonos de segunda mano, visitamos Shinjuku y Harakuju, quedé con una amiga que hacía un montón que no veía y que se había marchado allí a vivir… nos quedó muchísimo por hacer, por lo que la capital se merece una segunda visita más larga.

Bonus track: Antes muerta que sencilla (Nanairo Studio)

Narita: decidimos pasar la noche en un hotel del aeropuerto y he de decir que fue una decisión de lo más acertada que os recomendamos encarecidamente. Además, estos hoteles tienen servicio de autobuses como ya os dije en otra entrada y son súper útiles.

Mi top 5 de este viaje:

5. La visita a Nara. Los ciervos estaban locos. Pasar por el agujero del pilar del templo Todaiji fue muy divertido.
4. La sesión de fotos de oiran en Asakusa.
3. El ryokan con onsen. Lo de bañarse así es algo que me dejó totalmente loca. Le llegas a coger el gusto muy pronto.
2. El día de Kyoto y sus innumerables cerezos en flor
1. Por razones personales, la visita a Himeji. En el fondo soy una romántica.

Ysora

Librera y lectora empedernida, aficionada al manga y al cómic desde edad temprana, su gran afición es encontrar obras extrañas y diferentes para poder disfrutarlas sola y en compañía.

2 comentarios:

  1. "Hasta una calle que daba miedo, aunque no a mí"... Culpable.

    Reconozco públicamente que a quien dio miedo la calle de marras, fue a mí. Pero no miedo de "huy, qué encanto tiene esta calle, hasta da un poco de miedo"... No. Miedo en plan "puro CAGUE, aquí han matado a alguien, yo no paso por ésta puta calle, no hagáis fotos que como una salga borrosa yo no paro de correr hasta Stalingrado". Era pura sugestión y lo sé, pero reconozcamos que mis infudados terrores dieron una anécdota graciosa al viaje.

    Por lo demás, todo maravilloso y coincido: hay que volver.

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    1. Te me agarraste del brazo como si te fuera la vida xD

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